Volver al colegio
Me gustaría volver al colegio.
Volver a mirar por la ventana del auto cuando las hojas otoñales de los robles se deslizan por la calle larga que me lleva.
Volver a contemplar el panorama del ladrillo gastado, el arte de los bancos dibujados, el sonido delator de los paquetes de galletitas, la desprolijidad perfecta del casi uniforme.
Volver a escuchar el tintineo de la campana que da inicio al nuevo día.
Volver a meter el zapato en el barro ineludible.
Volver a entrecerrar los ojos ante un pizarrón demasiado exigente para la pereza de los lunes.
Volver a darle besos pasajeros a mi novio, un pequeño delito inexcusable.
Volver a percibir la sonrisa genuina de un maestro cuando me observa progresar.
Volver a cruzarme con los rostros inolvidables de mis compañeros, permanentes para siempre en los pasillos de mi memoria.
Volver a encontrarme con los dedos manchados de tinta y marcador.
Volver a cantar en un escenario con la panza llena de palomas.
Volver a tocar a los perros sedentarios de pelo hirsuto y mirada infantil.
Volver a abrir una carpeta con márgenes repletos de garabatos y dibujitos sin sentido.
Volver a sentarme en la silla y hamacar los pies.
Volver a llevar el escudo tricolor estampado junto al corazón.
Y correr y enredarme con los colores del tiempo, abrazando fantasías de un futuro que parecía tan lejano, tan inalcanzable, y que hoy me toma de la mano para llevarme a la estación de un tren distinto.
Y volver a sentir la libertad palpable de este lugar, viviendo los días de principio a fin, inventando sueños, bailando con el viento y gritándole al silencio la eterna alumna que quiero ser.
Maravillosa niñez.
Me gustaría volver al colegio.