Una vez tuve un revólver en mis manos estaba flaca y sola como un joven árbol
mi papá me dijo que era con lo que trabajaba y yo estaba orgullosa.
El revolver estaba frío,
Era verano
yo llevaba puesta la piel de una niña,
todo estaba bien.
Crecí con el revólver en el ropero
y en mi cumpleaños número once, mi papá se fue de mi casa, se llevó el revólver, y mi fe en él.
No lo culpo
no culpo a nadie
solo quería todo como siempre fue el revólver en el ropero
y mi papá en el sillón.
Seguí creciendo en dos casas
pero ninguna se sentía como un hogar.
El revólver ahora estaba en la mesita de luz de mi papá.
En mi cumpleaños diecisiete, fui a su casa
no pregunté por el revólver
pregunté por sus pulmones
estaban fríos, oscuros y pesado como el revólver la primera vez que lo vi.
Cinco días después,
mi papá murió
y alguien se llevó el revólver.
Empezaron a disparar balas pero no las que tenía el revólver
sino las que estaban en el corazón de la familia y nadie
ni siquiera mi papá, era antibalas.